The Mess Method: Viendo la Realidad con una Lectura Objetiva de Cartas

Leer las cartas como se disciplina un arte

El estudio del arte de leer las cartas – cartomancia –  me llevó a desaprender en lugar de aprender. Lo primero que quiero destacar es que todo arte requiere disciplina, y las disciplinas tienen un método. Si bien la cartomancia no es una ciencia exacta, cada practicante desarrolla su propio método, ya que el arte es una creación personal o colectiva, única en su esencia. Aunque se repliquen las pinceladas de un cuadro de forma milimétrica, cada obra es diferente de las demás.

Muchos consideran la cartomancia como una forma de adivinación y creen que se necesitan poderes psíquicos para conectarse con ella. Sin embargo, para leer cartas se requieren tres elementos fundamentales: comprender el deseo/ la expectativa, tener claridad y seguir un método. 

El deseo es el motor que impulsa cada consulta; entenderlo, aunque a veces sea sutil, es una tarea crucial para el lector de cartas. Quien consulta siempre tiene una expectativa, aunque no siempre sea consciente de ella. El lector debe mantener un equilibrio entre la creatividad y la objetividad, limitándose a interpretar las cartas sin añadir ni cambiar nada de lo que muestran, pero también creando un relato que transmita poéticamente su significado. El deseo es el norte, pero debe quedar por fuera a la hora de contar la historia que ilustran las cartas. Hay que leer lo que se ve, no lo que se quiere ver. 

La claridad es el filtro con el que tenemos que ver la foto, o mejor dicho, el no-filtro. La claridad es el poder leer las cartas con objetividad, imparcialidad. Limitarnos a lo que es. En yoga y meditación, hablamos mucho de llegar al estado de conciencia más alto posible, donde somos observadores de lo que nos pasa, y no los protagonistas. La claridad es esta búsqueda en una lectura. 

Por último, es esencial contar con un método. Todo procedimiento tiene un orden que lo estructura y garantiza la excelencia en la lectura de las cartas.

En mi experiencia, me encontré con un problema recurrente: la falta de comprensión real sobre cómo leer las cartas. Muchas veces, los significados asignados a cada carta parecían ser simples repeticiones de simbologías establecidas por autores anteriores, sin una base sólida o referencia clara. Me preguntaba de dónde provenían estos significados y quién determinó la forma de interpretar cada carta.

Priorizando la función sobre el símbolo en la lectura de cartas

Cuando leemos cartas, nos encontramos ante un desafío constante: ¿cómo interpretarlas de una manera que sea significativa y relevante para cada consultante? A menudo nos vemos atrapados en los límites de los significados predefinidos y las interpretaciones estandarizadas, lo que resulta en lecturas repetitivas y aburridas. Sin embargo, creo firmemente que hay una manera más dinámica y contextualizada de abordar la lectura de cartas, una que prioriza la función sobre el símbolo.

En mi enfoque de lectura, propongo que consideremos las cartas como actores en una obra de teatro en vivo, cada uno con su propio papel y propósito dentro de la narrativa del consultante. Nosotros, como lectores de tarot, somos los críticos objetivos de esta obra, llamados a analizarla con mente abierta y objetividad. En lugar de adherirnos ciegamente a los símbolos tradicionales, debemos explorar las funciones y los roles que representan las cartas.

Estos personajes que componen esta “obra”, entendiendo la obra como las cartas que saltaron del mazo a la mesa, encarnan personas, acciones, movimientos. Es importante pensarlos y analizarlos desde su función y su capacidad de agencia (posibilidad de movimiento) en vez desde su simbología. Pensar en los Arcanos Mayores del tarot en términos de función en lugar de símbolo implica enfocarse en las acciones y roles que representan estas figuras, más que en las interpretaciones simbólicas tradicionales. Esto nos permite explorar nuevas capas de significado y comprender las lecturas de manera más dinámica y contextualizada. 

Por ejemplo, consideremos a La Papisa, a menudo asociada simbólicamente con la fertilidad y el aprendizaje, de lo receptivo. Sin embargo, si pensamos en ella desde su función, podemos verla como una figura que representa el conocimiento secreto o la rebelión contra las normas establecidas. Su cualidad de ser una mujer que ocupa un papel de autoridad, como el Papa, desafía las expectativas de género y cuestiona las estructuras de poder patriarcales. En lugar de limitar su significado a la fertilidad, podemos verla como una figura que desafía las convenciones y busca la verdad oculta. Entonces, ¿cuál sería su función? Contener, guiar, preservar, ceñirse, mover hilos por detrás. ¿Tiene agencia? Es decir, ¿tiene capacidad de movimiento? Sí, lo tiene. Pero desde las sombras.

De manera similar, la Emperatriz, que tradicionalmente se asocia con el reinado y la feminidad, puede ser vista desde su función como una líder que ejerce su autoridad dentro de los límites de las posibilidades que atañen a su rol de «esposa de». Aunque tiene la capacidad de tomar decisiones, su poder está circunscrito a ciertos ámbitos, como el cuidado y la protección. No es una figura de guerra o conquista, sino más bien una gobernante que se preocupa por el bienestar y la estabilidad dentro de su territorio. La función de la reina es proteger, cuidar, maternar, tomar decisiones, impartir justicia. ¿Tiene agencia? Sí, pero limitada al movimiento que su cargo le permite.

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